lunes, 20 de octubre de 2014

Buenaventura, mujer que sangras en medio de las supuestas luces del “desarrollo”

Por Rossih Amira 

Y POR LAS AUSENCIAS DE LAS MUJERES AFRODESCENDIENTES E INDÍGENAS, ¿QUIÉN RESPONDE?

El abandono estatal, la guerra, el narcotráfico, la pobreza, la exclusión, la violencia intrafamiliar, la violencia sexual, el MACHISMO, el SEXISMO, el CAPITALISMO y el RACISMO, asesinan a las mujeres negras afrocolombianas, con la sevicia propia de un mundo plagado de violencias contra las mujeres, y con el atenuante de una guerra etnocida que libra sus batallas en nuestros cuerpos. 

La Colombia andina se ha venido pensando un proceso de desarrollo (occidental) para la región del pacífico colombiano, promoviendo su integración económica mundial, a través de múltiples megaproyectos estructurados bajo la lógica de la inyección del neoliberalismo como la punta de lanza para “la prosperidad” de esta región. Buenaventura no está ajena a todas las proyecciones del supuesto desarrollo del país, reposando sobre ella proyectos de gran envergadura para la explotación de sus recursos, de sus gentes y de sus ventajas geopolíticas. 

Es así, como se desafía la realidad difícil y deprimida de Buenaventura con proyectos dirigidos al robustecimiento del complejo industrial portuario de Buenaventura (para dar cumplimiento a la Alianza del Pacífico, al TLC con Estados Unidos o a la conexión con el comercio de Asia), en donde se mezclan iniciativas de acuapistas (proyecto Arquímedes), de ampliación portuaria (complejo de Aguadulce y el puerto de Bahía Málaga, así como el dragado del canal de acceso) de renovación urbanística (el malecón a orillas de la bahía), de conexión vial (doble calzada Buga-Buenaventura), ferroviarios, fluviales, mineros, turísticos, entre otros, que además designaron a Buenaventura para convertirse en el Distrito Especial Industrial, Portuario, Turístico y Biodiverso (Ley 1617 de 2013).

Todos estos proyectos le dan la espalda a la población (mayoritariamente negra-afrocolombiana) y en lugar de significar la consecución de oportunidades negadas histórica y sistemáticamente, por lo contrario, se han convertido en la peor pesadilla que ha vivido Buenaventura en los casi cinco siglos que tiene de existencia. Así mismo, la presencia de grupos armados, de la fuerza pública, paraestatales y de guerrillas, se acrecentaron en las zonas de mayor interés territorial para colonos y para los dueños del comercio de drogas ilícitas.

En Buenaventura las mujeres negras-afrocolombianas viven y resisten en medio de la sociedad marginada, empobrecida y hambrienta de oportunidades; mujeres que resisten sobre la inexistencia de un sistema de salud digno, que no poseen agua potable, que viven en muchas zonas sin saneamiento básico, mujeres que además no conocen el discurso moderno de los “derechos sexuales y reproductivos”. Estas mujeres que como los hombres tienen que ver pasar el desfile de megaproyectos que triplican en recursos, los costos de la inversión que el gobierno nacional debería hacer para otorgar por derecho propio a Buenaventura un sistema de acueducto, alcantarillado, salud, educación y trabajo digno, es decir, la garantía de los derechos fundamentales de la población. Muchas de estas mujeres en medio de la precariedad han sabido cómo educarse sin pisar una universidad (aunque las llamen desescolarizadas), mujeres poseedoras de una historia, cultura e intelecto propios de los pueblos Afrodescendientes, mujeres que han sabido resistir en y de manera paralela al Estado-Nación que las asesina con o sin balas, que estructuralmente se cimentó en una telaraña que solidifica las redes de la opresión construidas por el racismo, el sexismo, el capitalismo, el colonialismo, el heterosexismo y el neoliberalismo.

Exigimos a la sociedad, a los organismos de control, a quienes deben garantizar la justicia: NO MÁS VIOLENCIAS, NO MÁS IMPUNIDAD, NO MÁS FEMINICIDIOS, NO MÁS ETNOCIDIO, NO MÁS INJUSTICIAS, NO MÁS DOLOR, NO A LA VIOLENCIA ESTRUCTURAL Y DIRECTA CONTRA LAS MUJERES NEGRAS AFRODESCENDIENTES! NI UNA MÁS!